En el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, conmemorado cada 10 de septiembre, el psiquiatra y académico de nuestro departamento, abordó la complejidad de este fenómeno, recalcando la importancia de derribar estigmas y generar espacios de acompañamiento comunitario.
Dr. Álvaro Wolfenson, psiquiatra y académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente.
El suicidio es hoy uno de los principales problemas de salud pública en el mundo. Anualmente, más de 720 mil personas mueren por esta causa, provocando un profundo impacto en sus familias, amigos y comunidades.
En este contexto, se calcula que, a nivel mundial, cada año, una de cada veinte personas vive la experiencia de perder a alguien por suicidio, y que esa cifra aumenta a una de cada cinco a lo largo de la vida. En Chile, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud, se registran alrededor de 1.800 suicidios anuales. Sin embargo, el impacto es mucho mayor de lo que muestran las cifras, ya que diversos estudios señalan que cada muerte puede afectar de manera significativa a entre 6 y 135 personas cercanas. Esto significa que, cada año, entre 10.800 y 243.000 personas en nuestro país podrían estar enfrentando el dolor y las consecuencias de una pérdida por suicidio.
De acuerdo al médico psiquiatra, Dr. Álvaro Wolfenson, académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente de la Universidad de Chile, el suicidio es un fenómeno humano complejo que no puede entenderse únicamente desde la perspectiva médica, sino que necesita un abordaje integral. Según explica, aunque en la mayoría de los casos está mediado por enfermedades como la depresión, la ansiedad o la psicosis, existen también factores sociales, culturales y comunitarios que influyen en la conducta suicida.
“El suicidio hay que tomarlo como un tema complejo que sobrepasa a nuestro quehacer médico y nos abarca a todos como sociedad”, afirma el especialista, subrayando que reducirlo solo a un diagnóstico psiquiátrico sería insuficiente.
En su análisis, el Dr. Wolfenson advirte sobre la necesidad de no minimizar las conductas autolesivas ni los intentos previos, ya que constituyen el principal factor de riesgo. “Nunca debemos bajarle el perfil, porque si una persona necesita autoagredirse para comunicarse con su entorno, estamos frente a una situación muy grave”, enfatizó, llamando a superar los prejuicios que califican estas conductas como simples “llamados de atención”.
De acuerdo al especialista, algunas estrategias de cuidado que pueden contribuir a disminuir el riesgo suicida son: promover la actividad física, el contacto con la naturaleza, el buen dormir y evitar el consumo de alcohol y drogas. Asimismo, valoró la existencia de la línea de ayuda gratuita para la prevención del suicidio *4141, disponible las 24 horas, como un recurso inmediato de apoyo en situaciones de crisis.
Finalmente, aclara uno de los mitos más frecuentes en torno al tema: el miedo a hablar de suicidio. “En general, se sabe que hablar de suicidio no induce suicidio. Lo importante es cómo lo hacemos: generar espacios de apoyo, de escucha y de encuentro social siempre será un aporte”, sostuvo. Y enfatiza que el silencio y el estigma solo profundizan la soledad de quienes están atravesando por estas experiencias.
Si necesitas ayuda u orientación en salud mental, existen líneas de apoyo gratuitas a las que puedes acceder:
Línea para la Prevención del Suicidio: *4141
Fono Salud Responde: 600 360 7777
Chat Hablemos de Todo: https://hablemosdetodo.injuv.gob.cl/